domingo, 20 de mayo de 2012

El último mito occidental - El asesinato simbólico del padre.

Dijo Freud que el héroe moderno es aquel que asesina simbólicamente a su padre relacionando esta idea con la destrucción de las reglas sociales, como un camino a la anarquía... La verdadera importancia del conflicto edípico reside en el acto de romper las reglas atávicas para imponer las propias personales y erigirse como legirslador de la vida de uno mismo. No se trata de morbo sexual, ni del destino al que está ligado el hombre, sino del propio futuro que desea construir el ser en su desarrollo. No se trata de vanidad sino del derecho a decidir por uno mismo.
Creo que llega un momento donde la fractura entre la juventud y el grupo familiar es inevitable y positiva, el sano crecimiento tiene lugar en la puesta en práctica del ensayo y error como método cognitivo. Un niño perfecto con padres perfectos que asimila reglas perfectamente justas está condenado al fracaso, mutilado psicológicamente será incapaz de enfrentarse al mundo en el día de mañana y será irremisiblemente devorado por la masa social acostumbrado a aceptar leyes que le son dictadas. Cuestionar a los padres es vital para la formación crítica del niño y será esta la herramienta principal de la que dispondrá una vez sea adulto, la primera defensa ante los peligros de la vida.
La confrontación del hijo con el padre no solo es inevitable sino que además es deseable y este último debe resignarse a interpretar su papel, algo que en numerosas ocasiones no sucede porque proyecta en el hijo los deseos con los que él mismo soñaba comenzado así a vivir a través de este.
¿Lleva esto implicitamente una idea de anarquismo? Posiblemente, como también es muy posible que el individuo sea en cierto modo enemigo de la sociedad cuando contradictoriamente el ser humano es un animal social. Un sociedad constituida por seres totalmente individualistas no puede existir, ¿entonces?, deberíamos encontrar una solución a medio camino que no auto-aniquile la sociedad y permita la independencia del individuo.
Mi mujer A.: dice que la libertad del individuo debe ser absoluta siempre que no provoque daño a terceros o recorte las libertades de otros; entre personas adultas en plenas capacidades todo es válido siempre que exista el consenso. John Stuart Mill dijo algo parecido allá por el siglo XIX mientras desarrollaba el utilitarismo y no puedo negar que es un principio eminentemente práctico y por tanto, suficiente... De momento claro.

domingo, 13 de mayo de 2012

Del cuerpo y el alma






Del cuerpo y el alma
1- Un inicio y un camino
La diferencia entre amor y erotismo es un tema recurrente para mí. Tanto en mis pensamientos como en mis escritos e incluso en determinadas conversaciones. Si este texto será su forma completa y acabada o solo una etapa evolutiva más, es algo que unicamente descubriré con el tiempo. Escribo estas líneas con un doble propósito, estructurar toda una proposición anteriormente trabajada de manera más incompleta y como testimonio de una posición vital, ya sea reflejo de un punto concreto del recorrido o como acto documental de una consolidación. Me gustaría que no se interpretase como una especie de trabajo filosófico o moral, aquí no hay filosofía sino el desarrollo de una idea vital que si bien a veces transcurre con unas tendencias filosóficas nunca ha pretendido crear un sistema en si mismo. Simplificando las palabras se puede decir que solo es un camino, mi propio camino y que puede ser perfectamente posible que no resulte válido para otras personas. Sin embargo el amor y el erotismo es un tema suficientemente universal para que mi opinión pueda ser interesante a otras personas. Es este interés por compartir la motivación final del trabajo, más que la intencionalidad del propio texto. Es así como realmente me gustaría que fuese leído.
Desde el principio de tratar este tema comencé a centrarme en el concepto de amor platónico porque creo que nuestra concepción de amor y especialmente la división entre el cuerpo y el alma deriva de la filosofía platónica. El descubrimiento ni es mío ni es nuevo, de hecho, ni siquiera es un descubrimiento. Plantearme esta idea como punto de partida me la dio Octavio Paz quien en su ensayo La Llama Doble propone esta tesis. Sin embargo en el texto del autor mejicano la intención es hacer un recorrido por la historia del amor y el erotismo, y no profundizar en su división, por lo que concierne a Platón y su concepción amorosa se limita a poco más que un resumen y a enumerar estas proposiciones. Es así como se estableció en mi cabeza el amor platónico como un punto sobre el que debía gravitar toda mi reinterpretación personal, pero se convirtió a la vez en cura y veneno, porque si fundamentaba todo mi planteamiento sobre el platonismo debía justificar la proposición demostrando su influencia en la cultura occidental y mostrar como ha podido ejercer su magnetismo a través de la historia. Era el comienzo y solo tenía la afirmación del propio Octavio Paz. 

2- Génesis
Repasar la historia del platonismo y el neoplatonismo es como intentar atravesar el laberinto del Minotauro sin el hilo de Ariadna. Te pierdes. Abarca un lapso de tiempo tan basto, sufre tantas asimilaciones por parte de otras doctrinas y son tantos los nombres que quedan ligados a su filosofía, que elaborar un mapa de ese recorrido es una empresa titánica. Plotino, San Agustín, Pletón, Ficino,etc. Ahora bien, la proposición de Octavio Paz de que el rechazo al cuerpo y la visión negativa del sexo proviene de una asimilación de ciertos aspectos de la filosofía platónica y no de una proposición verdaderamente religiosa podría permitirnos una primera acotación. Pero  no se si esto simplifica el asunto o por el contrario lo vuelva más complejo.
Cuando surge el cristianismo no se presenta como una doctrina filosófica sino como un compendio de las relaciones del hombre con Dios. Supongo que debemos entenderlo como una especie de consuelo espiritual, de satisfacer una inquietud religiosa y no como un camino para descubrir la verdad. Evidentemente que los creyentes cristianos veían a Dios como una realidad metafísica, pero su preocupación se limitaba a relacionarse con esa entidad, a conseguir el amor de ese demiurgo creador y no a especular sobre su forma, esencia, etc. Pero aquí se acaba lo fácil porque el autor del cuarto evangelio y que la tradición escolástica identifica con Juan escribe estas líneas: “En el principio era el verbo, y el verbo estaba con Dios y Dios era el verbo.” Me niego a entrar en disquisiciones teológicas pero lo que aquí nos importa es que estas líneas invitan a unas interpretaciones que huelen a platonismo que tira para atrás. Muchos autores se han apoyado en estas palabras para afirmar una influencia platónica desde los propios inicios del cristianismo. Pero si bien el platonismo nunca se ausentó totalmente de las discusiones filosóficas fue mal conocido durante la Edad Media, puesto que el acceso a las fuentes no era directo sino a través de interpretaciones de terceros. El monje medieval oía campanas al vuelo pero no sabían de donde venían. Esto nos deja en una posición muy confusa sobre la que especular.
Podemos aceptar la influencia platónica en el cristianismo con bastante seguridad. ¿Pero se mantuvo suficientemente pura como para justificar que llegase a nosotros su concepción amorosa? ¿O por el contrario nuestro santón estaba hecho un lío y ya no sabía si hablaba de Platón, Aristóteles o Averroes? Quizás confundiese dulcinistas con franciscanos, o a valdenses con bogomilos. Por no hablar de joaquinistas, milenaristas, donatistas, arrianistas, cátaros, priscilianistas, encratistas, hermanos del libre espíritu, pelagianistas, nestorianos, gnósticos, etc, etc, etc. Y todos ellos solo contando hasta la Edad Media… Porque si padre, hijo y espíritu santo son uno, uno y trino, trino por que me toca. Los grandes doctores de la iglesia ponían todos sus esfuerzos en detectar las sutilísimas diferencias entre lo ortodoxo y la herejía, pero me parece que para el monje medio y aún más para la gente corriente debía resultar todo muy confuso. Ambas teorías son igualmente posibles, pero de aceptar la segunda, es decir,  considerar un momento en el que todo el mundo perdió los papeles y en la confusión todo se mezcló en un impresionante potingue, para justificar que nuestra idea de amor está conectada con Platón deberíamos buscar una especie de eslabón perdido.
En la década de 1460 Marsilio Ficino gana cierto renombre en Florencia como orador, humanista y filósofo. Así que Cosimo de Médici, fundador de la dinastía de los Médici y persona de un poder casi ilimitado, se fija en este y decide otorgarle su bendición invitándolo a participar en la Academia Platónica Florentina que había fundado él mismo en 1459. Todo bastante bien documentado, tanto la dirección de la Academia por parte de Cosimo como el apoyo de este a Marsílio Ficino. Se tiene constancia de que al menos una vez la Academia se reunió en casa de Cosimo de Médici antes de 1463, en 1462 este regala una propiedad en Florencia a Marsilio y en 1463 vuelve a regalarle otra propiedad en Careggi.
En 1464 se nos muere Cosimo pero no pasa nada, por que al igual que ahora, hace 600 años estar bien relacionado lo era todo. En esta época Ficino no solo esta mezclado con lo mejor de la sociedad, sino que además representa un ideal intelectual y moral. De hecho las cosas le van muy bien y en 1473 se ordena sacerdote y posteriormente es nombrado canónico de Santa Maria de Fiore. Pero lo que nos interesa de Ficino es su papel en la Academia, sus intentos por aunar cristianismo y platonismo, sus estudios filosóficos y que fue él precisamente quien tradujo del griego los diálogos de platón. Fue Ficino quién acuñó el concepto “amor platónico” en su obra De Amore y que conforma un comentario al Banquete que es donde el filósofo griego expone en toda su plenitud la tesis amorosa.
Marsilio es la propia encarnación de la unión entre platonismo y cristianismo, siendo él mismo filósofo y sacerdote sella una nueva alianza entre uno y otro. Mucho más cercano a nosotros parece más probable que sea él quien inoculó en nuestra cultura el concepto de amor. De hecho Ficino hace una exégesis del amor y presenta una serie de características afines pero diferentes a las de Platón. De Amore propone una versión que sin duda se ajusta mucho más a nuestra concepción actual. Pero antes de proseguir se nos plantea una cuestión. ¿Qué es el “amor platónico”?

3- Amor
Hoy en día entendemos por amor platónico un amor idealizado e irrealizable. Sin embargo el verdadero sentido no es este. En uno de sus diálogos de madurez que tiene por nombre El Banquete, Platón desarrolla toda una mística que gira en torno al amor, aunque más adelante trataremos del texto original integramente y veremos en profundidad su contenido sería práctico hacer ahora un breve resumen.
Para Platón el amor representa una búsqueda de la belleza que termina por transformarse en un camino de perfeccionamiento espiritual. Consideraba la belleza como una entidad ontológica, es decir, que aunque no fuera algo que tuviese una existencia física era algo que existía realmente en un plano espiritual. Según esto un cuerpo que resultase hermoso no lo sería por que fuese bello o tuviese una cualidad que sería la belleza, sino porque en él se reflejaría esa otra entidad superior y eterna que era la belleza. De igual manera sucedía con las acciones bellas, las artes, las ideas, etc. Por ello se plantea una gradación ascendente hacía esa belleza eterna en inamovible a través de su reflejo en otros cuerpos, ciencias e ideas.
Las críticas vendrán más tarde ahora solo estamos armando su contenido, pero aceptando este principio, que por otro lado resulta más místico que filosófico, se desprende que la idea de belleza es más elevada que el cuerpo físico que alberga su reflejo y nace de aquí un menosprecio de la carne y en general de todo lo material.
Este sería por un lado el mensaje original, sin embargo es la reformulación de Marsilio Ficino la que llega a nosotros y la que adoptamos. En uno y otro el amor se usa como una camino hacia un ideal abstracto, el bien con el que Platón identifica la belleza y Dios para Marsilio. Pero mientras en el original griego el camino es solitario y en nada interactúa la persona amada, en la interpretación que hace Ficino sucede una especie de simbiosis entre los amantes. Para el primero basta con amar la belleza que se refleja en el objeto amado, ya sea una persona o una idea, mientras que en el segundo se determina que el alma de la persona que siente el amor va a posarse en la persona amada (Ficino en todo momento habla de personas) y cuando este amor es correspondido se produce algo así como un intercambio de almas, una especie de transmigración. Por supuesto toda esta relación es casta y no existe el contacto carnal, además de que el objetivo último es dirigir este amor a Dios, puesto que tanto en un autor como en el otro, la verdad ontológica se muestra a través de la revelación que es el amor y no por el raciocinio. Pero es esa idea de amar a alguien sin tener relaciones sexuales el concepto que ha llegado hasta nosotros.    


4 - El Banquete - Consideraciones generales.
El Banquete es una obra de Platón donde se desarrola toda una concepción filosófica sobre el amor, considerado como uno de los textos de madurez se nos presenta con la forma de diálogo. En él se narra la cena organizada por Agatón para celebrar el premio otorgado a su primera tragedia, durante el transcurso de la misma se propondrá que los invitados presentes realicen un discurso sobre el amor, mostrándonos 6 participantes: Fedro, Pausianas, Erixímaco, Aristófanes, Agatón y Sócrates. Tradicionalmente se cuentan 7 discursos pero el último que es pronunciado por Alcibíades aparece segregado del resto y aunque, primero se le pide que elabore un nuevo discurso sobre el amor en realidad es un demagógico intento de atacar a Sócrates. Es el propio texto quién nos señala esta consideración y por ello concluyo que deben ser 6 los discursos considerados como tales y no 7.
Respecto a estos discursos amorosos propiamente dichos el de Sócrates aparece en último lugar y muestra un carácter concluyente. En la lectura de los otros 5 no hay un acuerdo unánime sobre como deben ser leídos. Hay autores que consideran que complementan alegoricamente el discurso socrático pero yo no estoy de acuerdo. No parece una lectura económica. El texto nos muestra la confrontación de los argumentosy tampoco parece lógico que el autor quisiera mostrar una información que mucho sería auxiliar. El principal razonamiento en contra de esa lectura es la inclusión de Aristófanes en El Banquete. A través de fuentes extratextuales aparecen datos que indican que quizá este tuviese algo que ver en el proceso de Sócrates y además el autor se burla del dramaturgo y lo censura: "(...) Aristófanes, que tiene a Dionisios y a Afrodita por toda ocupación(...),""Mira bien querido Aristófanes, lo que dices. Empiezas ya burlándote, y me obligas, pudiendo hacerlo de otro modo, a escuchar atentamente por si dices algo ridículo,""¿Por qué ocupas este lugar, y en vez de estar al lado de Aristófanes o de cualquier otro burlón, o que trate de serlo, has procurado por todos los medios sentarte al lado del hombre más hermoso que hay en el salón?" No parece lógico que Platón use a Aristófanes como transmisor de la verdad.
La conclusión correcta es considerar que los 5 primeros discursos recogen argumentaciones que debían circular en la época y que Platón consideraba equivocados. Como hemos dicho el primer discurso es el pronunciado por Fedro. En él afirma que el Amor es el más viejo de todos los dioses y lo considera inspirador para el hombre, induciéndole a actuar con justicia y benevolencia, ancaminándolo al bien y al sacrificio del prójimo:
"Ni el nacimiento, ni los honores, ni las riquezas pueden inspirar al hombre como el Amor lo que necesita para vivir honradamente: La vergüenza del mal y la emulación del bien, sin cuyas cosas es imposible que un hombre o un Estado hagan jamás nada bello y grande."
El siguiente en hablar es Pausianas y lo hace con unos argumentos bastante llamativos. Según este el amor se identifica con la diosa Afrodita, pero dice que hay dos Afroditas y por tanto dos maneras distintas de amar, una correcta, buena y espiritual y la otra física, vulgar y nociva: "¿Y quién puede dudar que existen dos Afroditas? Una, la mayor, hija de Urano y sin madre, la llamamos Afrodita Celeste (Urania); otra, la más joven, hija de Zeus y de Diane, es la llamada Afrodita simplemente, la Afrodita vulgar, Existiendo ambas diosas, deben tener dos auxiliares, y es justo llamar así: al uno, Amor celeste, y al otro, Amor solo o Amor vulgar." Alguién se preguntará como puede ser que exista una Afrodita sin madre, Hesíodo nos cuenta como Cronos cortó los testículos de su padre Urano con una hoz y de estos salió una espuma blanca de la nació Afrodita Urania.
Lo que hace Pausianas es una exaltación de la homosexualidad masculina identificándola con este amor superior y el mito del nacimiento de la diosa sin madre. De echo, se llama uranismo a la homosexualidad masculina por este discurso que Platón pone en boca de Pausianas: "La Afrodita Celeste no procede de mujer, ha nacido solo de hombre, y el amor que sugiere no se enamora más que de los jóvenes. Servidor de una diosa de más edad y exenta de arrebatos, este amor, habiendo de amar un sexo naturalmente más robusto e inteligente, lleva al macho a quien puede inspirarlos." Observemos aquí el reflejo de la sociedad griega como inspirada por un profundo machismo, una imagen que choca frontalmente con las idílicas representaciones que estamos acostumbrados a ver. Puede que los griegos fuesen los padres de toda filosofía pero estaban muy lejos de ser una fuente exclusiva de virtud.
El tercero en exponer su tesis es Erixímaco que aceptando la dualidad expuesta por Pausianas en el anterior discurso cree conveniente relativizarlo. Considera que ese dualismo está presente en todo el universo y que la proposición pronunciada peca de ser demasíado extremista.
Después aparece el famoso discurso de Aristófanes y su mito de los seres esféricos en donde pretende explicar el porqué del amor y a la vez mostrar el origen de la heterosexualidad y la homosexualidad. Es sin duda alguna el pasage más poético y bello de todo el banquete: "La naturaleza humana en otro tiempo fué muy distinta de lo que es hoy. La Humanidad se dividía en tres géneros y (...) Al lado de los sexos masculino y femenino había un tercer sexo compuesto de ambos (...) el andrógino llamado así porque participaba de uno y otro a la vez (...) el cuerpo de estos hombres era cilíndrico, con la espalda y los costados en forma circular. Tenían cuatro manos y otras tantas piernas, y sobre un cuello también redondo, dos caras semejantes en todo y una sola cabeza, con las dos caras que miraban en direcciones opuestas; cuatro oídos, dobles los órganos de la generación, y todo lo demás, como puede imaginarse, (...) Marchaban también en posición recta, como ahora, sin tener que volverse hacia cualquier dirección que quisieran ir. Cuando querían ir más deprisa, se apoyaban sobre sus ocho miembros y caminaban con gran velocidad por un movimiento circular, a la manera de los que dan vueltas con la cabeza hacia abajo y las piernas arriba, moviéndose en circulo. (...) Su ronustez y su fuerza eran grandes, y sintiéndose arrogantes, trataron de luchar con los dioses, y lo que dice Homero de Efialtes y de Otos, que intentaron escalar el cielo para sobreponerse a los dioses, lo dice por aquellos (...) Zeus y los demás dioses deliberaron sobre lo que convenía hacer, (...) Por fin Zeus, después de meditación laboriosa, se expresó en estos términos: (...) Dividiré a cada uno en dos (...) marcharán así sobre dos pies, y si persisten en su insolencia los dividiré de nuevo (...) Y diciendo esto, dividió a los hombres en dos (...) cada uno, echando de menos a su otra mitad, arrojábase en brazos de ella, permaneciendo firmemente enlazados, por el deseo de volver a la antigua unión, y morían de hambre y de inacción por no querer hacer nada uno sin otro. Cuando moría uno de ambos, el que quedaba pescaba a otro y se abrazaba a él, ya se encontrase con una mitad de un todo mujer, que es lo que llamamos ahora mujer, ya con la de un todo hombre (...) Por eso busca cada uno su propia mitad."
Es por fragmentos como este que El Banquete se presta a dos tipos de lectura, la filosófica y la puramente lúdica. ¿Quién no encuentra seductor el mito de la media naranja? ¿No es bonito pensar que ese sentimiento de vacío es la falta de una fracción de nuestro ser y que solamente con la unión de la persona amada es posible alcanzar la plenitud? Pero como todos los mitos responde a la pregunta con otra pregunta. No será verdad pero al menos es bonito. Como dijo Keats: "Beauty is truth, truth beauty,"
Solo nos queda un discurso antes de que sea el turno de Sócrates y es el que pronuncia Agatón. Hasta el momento es el que presenta una estructura genuinamente filosófica aunque a pesar de ello recurre igualmente a los mitos. Divide su discurso en dos partes, elaborando primero un análisis de las cualidades del amor y después habla de como influye en el hombre: "El único modo de hacer un verdadero elogio de cualquier asunto es indicar primeramente su naturaleza y decir luego los efectos que produce." Agatón nos explica como el Amor es el más joven de los dioses y también el más bello. Como he señalado antes su discurso acaba por no escaparse de lo teológico. Sin embargo la parte más interesante de su intervención son estas curiosas líneas: "Homero dice que Até es divina y tierna; que <<sus pies son delicados, y no posándolos sobre el duro suelo, solo va pisando sobre las cabezas humanas>>, demostrando con una buena razón la ternura de la diosa, pues no anda sobre el cuerpo duro, sino sobre el blando." Como digo estas líneas nos llaman la atención puesto que Até, hija de Júpiter, es la diosa de la discordia y aquí se compara con el amor. Ya se sabe lo que se dice, del amor al odio hay un paso.

5 Sócrates
El discurso de Sócrates es el núcleo central de toda la obra, el sancta sanctorum del corpus amoroso platónico en donde se desarrolla plenamente el concepto. Hasta ahora El Banquete tan solo se ha limitado a armar el tema y a dotar al lector de las herramientas necesarias para su plena comprensión. Platón no se limita a mostrarnos sus ideas acerca del amor sino que también se encarga de rebatir el resto de argumentaciones.  Por ello se ha esmerado tanto en presentarnos un cuadro extenso que recoge esas otras filosofías, ha procurado producirnos una especie de ensoñación seduciéndonos con hermosos mitos y ahora pretende que Sócrates nos despierte a su realidad, por ello empieza censurando a los anteriores protagonistas: “Ciertamente yo, por efecto de mi simpleza, creía que era necesario decir la verdad respecto de aquello que se elogiase, y que el elogiar consistía en que eligiendo de estas cosas verdaderas las más bellas, se dispusiesen en el orden más conveniente. Y estaba muy ufano creyendo que había de hablar bien, porque sabía el verdadero modo de alabar una cosa. Pero, según parce, no era este el modo conveniente de hacer un elogio, sino atribuir al objeto todo lo más grande y más excelente, sea verdadero o no, porque si es falso nada importa.” ¡Sócrates es un tío realmente antipático!
Después de esta bofetada le hace toda una serie de preguntas a Agatón con tal de determinar dos puntos concretos sobre el amor: Primero, que el amor carece de belleza, y segundo, que el amor carece de bondad. Para ello utiliza el razonamiento lógico en unas líneas propias de mismísimo Sherlock Holmes. Sin embargo Sócrates  posteriormente hará uso del mito y con ello el autor parece indicarnos que este es válido unicamente si no topa con el razonamiento lógico, aunque esta idea queda extrañamente omitida. Quizás porque se da como sobre entendida o porque profundizar en ella se apartaría demasiado del concepto de la obra.
El texto continúa relatando un encuentro que mantuvo Sócrates con una sacerdotisa de Mantinea llamada Diotima. Se repite la encadenación de razonamientos solo que ahora es Sócrates quién se somete al interrogatorio de la mujer, así se determina que “El de servir de intérprete y transmitir a los dioses los deseos de los hombres, y a los hombres las voluntades de los dioses. De parte de los hombres, las súplicas y los sacrificios, y de parte de los dioses, los mandatos y las remuneraciones por los sacrificios. Encontrándose el Amor entre unos y otros, llena un vacío de modo que todo el conjunto de los seres forma entre sí un todo. Por medio de él viene todo el arte de la adivinación, y el de los sacerdotes, respecto a los sacrificios, iniciaciones, encantos, predicción  y magia. La naturaleza divina, como no entra nunca en comunicación directa con el hombre, se sirve de los genios para relacionarse con él, ya en la vigilia, ya en el sueño.” El Amor no es un dios sino una criatura que se encuentra entre los hombres y los dioses, un mensajero que sin ser mortal tampoco es divino. “Cuando nació Afrodita, los dioses celebraron un festín en el que se halló, entre otros, el potentado Poros (la Abundancia), hijo de Metis (la Prudencia). Al final acudió Penia (la Pobreza) a solicitar las sobras. Poros, embriagado por el néctar, porque el vino no existía aún, con los ojos cargados de cansancio, salió a los jardines de Zeus y quedó dormido. Penia, empujada por su miseria, concibió el tener un hijo de Poros, y yació a su lado, engendrando así al Amor, que por haber sido engendrado el mismo día de nacimiento de Afrodita ama lo bello por naturaleza y a Afrodita, que es bella, haciéndose servidor compañero de la diosa.” El Amor ama la belleza por el simple hecho de carecer de ella y como la bondad es bella el Amor se dirige a esta.
Por ello mismo, al ser un genio a medio camino entre dos mundos, un mensajero de la diosa de la belleza, no es feo sin ser bello como tampoco es malo sin ser bondadoso. Se nos dice que el error viene de confundir el amado con el amante, si el Amor es amor a la belleza su objeto será algo que sea bello pero siéndolo este no implica que el amante ni el Amor lo sean, de hecho, concluye el autor, se desea poseer aquello de lo que uno carece y así se extrae que el amor carece de belleza.
En la doctrina platónica se otorga a este deseo una intencionalidad que deriva de ese deseo de posesión:
“Diotima – (…) Y, sin embargo, si alguna nos preguntase: <<¿Porqué, Sócrates y Diotima, el Amor es amor a lo bello?>> O de otro modo: <<El amor que ama la belleza, ¿qué es lo que desea?>>
Sócrates – Poseerla.
Diotima – Esa respuesta hace necesaria otra pregunta: ¿Qué tendrá aquel que llegue a poseer la belleza?
Sócrates – No sé, por el momento qué contestar a esa pregunta.
Diotima – Si en vez de la palabra belleza pusiese la palabra bien, que dirías si te preguntase: ¿Qué ama, Sócrates, el que desea el bien?
Sócrates – Ama su posesión.
Diotima - ¿Y que tendrá el que posea el bien?
Sócrates – La respuesta es sencilla: Será feliz.
Diotima – Perfectamente. Por la posesión del bien son felices los que lo son y no hay necesidad de preguntar para que quiere ser feliz el que desea serlo, sino que parece que la respuesta tiene ya el fin.”
Este fragmento que para Platón parece tan sencillo y claro para mi resulta el más oscuro de toda la obra. Evidentemente  lo que hace el autor es remitirnos a sus trabajos anteriores y considera el tema como ya sabido, es por ello un trabajo dependiente de otros y justamente considerado de madurez. Parece que nos esté invitando a interpretar toda su filosofía como una construcción vertical, hacer un edificio comenzando por los cimientos y terminando por el tejado. ¿Qué bonito tiene que ser estar tan seguro de todo lo que has dicho en toda tu vida?
Pero aún limitándonos al propio texto podemos definir algunas de las particularidades de ese concepto de “Bien.” No podemos considerarlo desde un punto de vista moral, puesto que si yo (por ponerme de ejemplo) no cometo ningún delito mi conciencia estará tranquila y en paz, pero no por ello evitará que si sufro una agresión por parte de otra persona me provoque algún grado de infelicidad. El bien platónico es una entidad espiritual, al hablar de felicidad nos encamina a un sentimiento de plenitud y ausencia de sufrimiento. ¿Pero a que sufrimiento se refiere? Al mayor de todos, el miedo a morir. El bien platónico que otorga la felicidad es la inmortalidad: “Todos los hombres, Sócrates, pueden engendrar con la carne y con el espíritu, al llegar a cierta edad su naturaleza, siente el deseo de parir, pero no pueden dar a luz en lo feo, sino exclusivamente en lo bello. La unión del hombre con la mujer es una producción, y una producción divina, pues la fecundación y la generación es lo que aseguran la inmortalidad a todos los seres vivos y sujetos a la muerte. Semejantes efectos no podrían realizarse en lo que no es armónico. Lo feo está en desacuerdo con todo lo divino, pero lo bello es armónico. La belleza hace en la generación lo que Moira e Ilitia. Por esta razón, cuando lo que concibe tiene comercio con lo bello, se llena de contento y de gozo, se dilata y produce y engendra; y cuando el comercio es con lo feo, de tristeza y de dolor se contrae, se retira y aparta y no engendra, reteniendo con dolor el germen que guarda. De ahí que el que es fecundo y siente vivos deseos amorosos busque lo que es bello para librarse del tremendo dolor de engendrar que le posee (…) la naturaleza mortal tiende a perpetuarse en cuanto puede y a inmortalizarse, siendo para ello el único medio la generación, que deja tras de sí siempre un ser nuevo en vez de uno viejo (…) así es como se conserva todo lo mortal (…) porque lo que envejece y se va deja siempre tras sí otro individuo nuevo semejante  a sí propio. He ahí por qué medio, Sócrates; todo lo que nace mortal participa de la inmortalidad, tanto el cuerpo como las demás cosas. La inmortalidad es imposible para él de otro modo. No te admires ya de que todos los seres, por natural instinto, estimen su propio germen, porque en todo exista la misma solicitud y el mismo amor por alcanzar la inmortalidad (…) hay hombres que tienen un alma más prolífica que el cuerpo para las cosas, conciben lo que conviene al alma haber concebido y concebir. ¿Y qué es lo que le conviene concebir? , la prudencia y las demás virtudes, (…) Pero la prudencia más bella y mejor de todas es la que se refiere al buen orden y al régimen de la ciudad y de la familia, y a la cual se da el nombre de templanza y justicia. Cuando un joven lleva desde su infancia en el alma el germen de estas virtudes, al llegar a la edad madura siente el deseo de crear y producir. Busca por todas partes un ser bello en que engendrar, (…) como está lleno de este deseo, prefiere los cuerpos bellos a los feos, y si además concurre con tal belleza un alma bella, noble y de buena índole, entonces acoge con entero contento ambas bellezas. (…) Así, creo, que por el contacto y la familiaridad con la belleza, engendra y hace fecundo el germen de que hace tiempo estaba llena su alma. Entonces la afinidad y el afecto que relaciona entre sí a estos dos seres son mucho más grandes y más fuertes que los que pueden sujetarles a un hogar, porque están unidos para procrear hijos mucho más inmortales y hermosos.”
Para Platón existe una estrecha correspondencia entre el mundo físico y el mundo espiritual, como dice una célebre máxima ocultista, lo que está arriba es como lo que está abajo. Ve en la procreación física el deseo de perpetuarse,  a través del engendramiento de un hijo, siendo así partícipe lo mortal de lo inmortal. Por lo tanto debe tener su equivalente en el mundo espiritual con lo que debe ser posible crear hijos espirituales y como estos carecen de cuerpo no pueden morir y por tanto los considera más perfectos que los hijos de carne y hueso.
Platón nos dice que esto solamente es el inicio en los misterios del amor y ya desde el principio de iniciarse el discurso de Sócrates y hablarnos del bien y la felicidad no hace otra cosa que hacernos una promesa de inmortalidad. Hasta ahora solamente nos ha mostrado como la vida trasciende a la muerte a través de la generación, (aprovecho para recordar que estamos intentando comprender su filosofía y solamente después daré mi opinión), sin embargo el sujeto continúa ligado a la muerte.
¿Entonces, como es posible alcanzar esa quimérica inmortalidad? El filósofo nos plantea un camino espiritual hacia la iluminación, recorriendo los diferentes grados existentes de belleza que no es otra cosa que el reflejo en mayor o menor medida de una belleza superior, inmóvil y eterna. Es un camino iniciático donde se comienza amando un cuerpo bello, de ahí se pasa a amar a todos los cuerpos bellos, luego las acciones y las ideas, etc. Así hasta llegar a ese ideal eterno. Así nos describe el filósofo lo que considera el más profundo secreto del amor:
“Conviene que el que quiera proceder con acierto en este negocio comience desde joven a dirigirse a los cuerpos bellos. Y que en primer lugar, si su guía le dirige bien para que ame solo un cuerpo y lo fecunde con hermosas máximas. Luego debe comprender en seguida que la belleza que hay en un cuerpo es hermana de la que hay en otro, y si ha de ir en persecución de la belleza de su idea misma, sería mucha necedad, en efecto, no considerar como una sola y misma belleza la que existe en todos los demás. Penetrado de este pensamiento, debe entonces amar a todos los cuerpo bellos y cederá en la vehemencia de su amor a uno solo, despreciando  y teniendo en poco este amor exclusivo. Después de esto debe reputar la belleza del alma a la del cuerpo, de modo que si encuentra un alma convenientemente dispuesta, aunque su carne no sea de gran hermosura, debe bastar para atraer su amor y solícitos cuidados y excitarle a producir bellas máximas y buscar las más a propósito para mejorar a los jóvenes, a fin de que precisado a contemplar la belleza en las acciones y en las leyes, conozca que toda belleza es congénere consigo misma, para que estime en poca cosa la belleza de la carne. De la contemplación de las acciones se elevará a la de las ciencias para percibir en ella la belleza particular, y dirigiendo su mirada a una más amplia belleza, no será ya en adelante esclavo vil y humilde de un joven bello, de un hombre o de una sola acción, sino que volviéndose a contemplar el inmenso piélago de belleza, produzca numerosos, bellos y magníficos discursos en una abundante y rica filosofía, hasta que su espíritu, robusteciéndose y creciendo en ella, llegue a la única contemplación de una ciencia: la ciencia única de la belleza.”

6 Némesis
Hasta ahora hemos visto como el cristianismo se mezcló con el platonismo, tampoco es una asociación demasiado extraña, la idea platónica de un mundo espiritual contra otro sensible, la eternidad del bien y la posibilidad de participar de esta alcanzando la inmortalidad, conjugaban perfectamente con los evangelios dotándolos así de una mística filosófica que debía pugnar con las verdaderas filosofías de la época. Hemos encontrado que probablemente fuese Marsilio Ficino quien hizo que llagase a nosotros este amor platónico a través de su reformulación y su trabajo en la Academia Platónica Florentina. Y por último hemos ido directamente a la fuente original, al propio texto escrito por el propio Platón, con un lenguaje seductor y fascinante, donde se nos habla de mitos y dioses, incluso se nos promete la inmortalidad. Creo que es el momento de recordar qué y quienes somos, devolver los mitos a las brumas del tiempo y dar la palabra a la lógica y la razón para que nos aporten un poco de luz.
El amor platónico es una filosofía del miedo a la muerte, la asociación entre la belleza y el bien no procede de una verdadera analogía sino de una necesidad de acallar un miedo para disfrutar de esa belleza, se busca el consuelo como también los buscaban los primeros cristianos y toda la filosofía amorosa que hemos visto está contaminada por este miedo. ¿Qué tiene que ver la belleza con la inmortalidad? Nada. Como escribió Oscar Wilde, “hay elegidos para los que belleza significa solamente belleza.” El miedo a la muerte de Platón le lleva a abandonar la lógica, elige un objetivo y se convence de que es una conclusión. En lugar de usar la experiencia y el razonamiento con un sentido crítico decide que su fin es la inmortalidad y después busca un camino bello, hermoso y artificial para que le consuele en la fantasiosa idea de verdad que él mismo ha creado. Tanto le aterraba la idea de la muerte que decide que todo lo que es perecedero no vale un comino. ¿Pero qué está sujeto a la muerte? La propia vida. Así decide alejarse del camino de la vida porque su personalidad está atenazada por el horror de la muerte, todo él es una contradicción, por miedo se niega a vivir y por el mismo miedo se aferra a una ilusoria emanación eternal e inmóvil. ¿Qué es lo que está quieto? Aquello que está muerto, los cementerios están llenos de la belleza a la que aspiraba el filósofo, muerto él doblemente, en la vida y en la muerte.
La muerte es algo natural y por ella pasaremos todos los seres de este universo, así que no debe ser tan mala. ¿No es mejor vivir y echarse a dormir en el último momento? ¿Y después? Nada. Tan sencillo. Tan piadoso. Tan poético. ¿No es hermosa la vida?
Platón determina que la belleza, para él con mayúscula, es una entidad eterna, inamovible e inalterable,  algo así como una emanación divina, y esto nos lo dice como  de pasada porque él ya lo da por hecho, en realidad toda su filosofía y no solo El Banquete se construye sobre una idea parecida, pero hubo gente que en seguida supo ver que esta proposición no era tan clara y cuestiones similares desencadenaron el gran debate de la Edad Media, el problema de los universales. Platón dice que si un paisaje es bello, un cuerpo es bello y un poema es bello entonces la belleza es una entidad propia universal. Lo que pasa es que de igual modo podríamos considerar que si existe un coche rojo, un jersey rojo y un bolígrafo rojo con tinta roja, entonces el color rojo es una entidad universal. Este debate verdaderamente universal estaba formado por los realistas que creían que estas ideas (como la belleza) eran reales y los nominalistas que decían que lo único realmente existente eran los casos particulares. Pero este ya es un tema que escapa de lo que aquí queremos tratar.
Un cuerpo es real y si este resulta bello o no es unicamente un accidente, y no existe un solo hecho objetivo, ni filosófico, ni de cualquier otro tipo que demuestre la existencia de una belleza eterna. Platón pretende perdernos en un laberinto espiritual que solo puede alcanzarse a través de la más absoluta y criminal abstracción de la realidad. Dedicándose a contemplar falsas ideas creadas en su imaginación pierde de vista el mundo real. Su filosofía es unicamente un sueño.
En su mundo son más importantes las ideas que las personas. Y si hay algo en todo su confuso discurso sobre el amor que echamos en falta es precisamente el amor; hasta el punto de preguntarnos que significado tiene realmente para Platón. Para él se trata de un camino en solitario donde no juegan ningún papel los sentimientos de la persona amada, esta es utilizada como un objeto más en un viaje en el que no significa nada. Es una doctrina fría y cruel, ajena totalmente al verdadero significado del amor.
Octavio Paz señala muy acertadamente al respecto que Platón habla en realidad del erotismo, del deseo sexual. ¿Cómo si no se puede pretender amar a todos los cuerpos bellos? El deseo sexual es salvaje y primitivo, no hace distinciones como la filosofía, si algo le gusta quiere conseguirlo. Por muy enamorados que estemos siempre encontraremos personas que nos atraigan y quienes digan lo contrario mienten o se mienten a sí mismos. Por alguna cosa somos animales. En cambio el amor, el verdadero, del que hasta ahora no se ha hablado realmente es y debe ser único en el momento. Amar a todo el mundo es no amar a nadie, las distinciones son justas y necesarias. ¿Debemos tratar igual a un desconocido que a un amigo? ¿Y a nuestra pareja? Evidentemente no. A lo largo de su vida una persona puede enamorarse  más de una vez pero nunca enamorarse  de dos personas al mismo tiempo, será otra cosa pero no amor desde luego. Lo que se le escapa a Platón, lo que no llega a comprender es el verdadero significado del amor. Este no es el amor a la belleza sino el deseo de compartir una vida. De compartirla profundamente y este hecho es el que hace que el amor sea único.
He comenzado este trabajo diciendo que nuestra concepción amorosa derivaba del amor platónico, ¿Tendríamos que preguntarnos si estamos equivocados? No del todo. Lo que realmente ha llegado a nosotros no es el cuerpo doctrinal de Platón sino la fractura que este creó entre  el cuerpo y el alma. Si hemos mantenido esta visión dual entre el amor y el sexo es por algo, porque realmente hemos encontrado una verdad, diferente de la verdad platónica pero verdad al fin y al cabo.
Aunque sus ideas fuesen erróneas parece que Platón intuyó que había algo más que solamente deseo sexual, él lo identificó con el alma y el mundo de las ideas. Esa concepción de alma hoy día resulta absurda y justamente ha sido extirpada de la filosofía y la ciencia. Pero es cierto que el deseo sexual no se basta para crear ciertos sentimientos y es a este abanico de emociones que suceden en la personalidad de cada uno, y no en el alma, lo que llamamos amor.
Afortunadamente hemos dejado atrás el desprecio por el cuerpo y se ha aceptado la comunión indivisible entre este y el carácter. Quizá no amemos a alguien por su belleza física pero su cuerpo es una parte inherente de la misma persona y no una envoltura de plástico. Cuando una persona muere, la vida del cuerpo y del alma se escinden a la vez.
Hemos conservado la división platónica entre cuerpo y alma no porque compartamos su filosofía, sino porque hemos descubierto que sexo y amor son dos cosas diferentes. En realidad nuestra concepción es anti platónica puesto que conociendo más profundamente la naturaleza humana hemos aprendido a respetar los deseos del animal y del corazón, son diferentes pero uno y otro forman parte del todo orgánico que es el ser humano, incluyendo también sus contradicciones. Mientras uno mismo no sea capaz de aceptar su propia naturaleza no hallará la paz. Su propia paz. Porque no es otra cosa que el equilibrio entre los contrarios.
Leyendo su obra no dejo de sentir cierta lástima por Platón. Pasó una vida desoyendo sus propios sentimientos y deseos, antepuso el miedo a estos y permitió que nublara la cualidad más bella del ser humano: La Vida.